
Cuando entramos, María Llopis, nos recibió desnuda al lado de una pareja que estaba apoyada en la pared del pasillo principal, él estaba de pie y ella de rodillas. Al fondo una barra de stripties, a la izquierda una cocina ocupada por tres parejas, nadie cocinaba… Subimos al terrado y nos encontramos una especie de obrero ravero de 40 años cocinando pimientos de padrón en una “barbacoa”, suena música de María Dolores Pradera. También se podía ver a una inglesa caminando por el bordillo de un quinto piso, una mujer inmóvil en el suelo y una especie de Belen Esteban masturbándose delante de todos y gritando: “¡Quiero follar, y no quiero decirloooo!”. Obviamente nadie bajaría la música ni hablaría más bajo para que el sonido se grabase bien, y todo el rato era gente que se metía delante de la cámara y que contestaban sus propias respuestas. De la entrevistada hay que mencionar que era hija de un cura que dejó embarazada a su mejor amiga a los 17 años. Una mujer lista, interesante, feminista y liberalista extrema, defiende el contacto entre seres humano, la importancia de experimentar y de conocerse a uno mismo, y su sueño es cambiar este mundo lleno de prejuicios represivos. Nos comentó cosas como que los que mueren ahorcados mueren en erección, o que en el parto hay un componente de placer, y que el dolor que se siente no se aleja mucho del de una violación. Nos recomendó que viéramos un video hecho por ella en que se puede ver a su abuela desnudándose, y representa, de una manera muy gráfica por así decirlo, el paso del tiempo en nuestro cuerpo y nuestra vida.
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